Álvaro Morales Sánchez, Director, Editorial Programa “Tribuna Magisterial Radio” – Julio 18 de 2010
Este 20 de julio Colombia celebra 200 años de haberse promulgado a los cuatro vientos la rebeldía de los neogranadinos en contra de la dominación colonial española y su decisión de liberarse de ese yugo, dando así inicio formal a un proceso de casi diez años de dura lucha, militar y política, al cabo de los cuales se obtuvo la emancipación de estas tierras frente a la Corona española. De entonces acá mucha agua ha corrido bajo los puentes y son muchos y muy variados los acontecimientos que han caracterizado el desarrollo de nuestra nacionalidad. Una vez conseguida y consolidada la independencia frente a España, las clases sociales en que se agruparon los colombianos a partir de su relación con la propiedad sobre la tierra, del papel que jugó cada uno en las guerras de independencia, de los títulos y lazos de sangre dejados por los antiguos amos del imperio, se trenzaron durante el resto del siglo XIX en cruentas y prolongadas guerras que buscaban definir quién o quiénes se alzaban con el control ideológico y político de la joven nación. Y sin que se hubiera concluido a cabalidad ese proceso porque el país quedó a mitad de camino entre la vieja sociedad de los amos y señores de la tierra y la aspiración de una nueva sociedad industriosa y pujante, el siglo XX nos sorprendió con la entronización de un nuevo imperio, que mostró sus garras desde el despojo de Panamá, y se consolidó después de las dos guerras mundiales, entrando a saco en nuestras riquezas y nuestro trabajo. El haber pasado de disfrutar casi un siglo de independencia frente a un imperio colonial como el español, para pasar a ser sojuzgados de nuevo por un moderno imperio capitalista, es descrito así por el senador Jorge Enrique Robledo: “Los especialistas dicen que se pasó del colonialismo al neocolonialismo, es decir, de la relación de dominación abierta y total, con control militar incluido, a la relación en la que el país sojuzgado es aparentemente soberano y libre para decidir, pero en realidad está preso de una telaraña económica y diplomática que le arrebata su derecho a autodeterminarse. Y los hechos muestran que los actuales imperios, aunque prefieren la dominación “pacífica”, no descartan la violencia y la guerra para imponer sus designios.”
Y he aquí que hoy, 200 años después de que nuestros antepasados se declararon en rebeldía y desataron una lucha por la emancipación frente a un feroz imperio colonial, a los sucesores de José Antonio Galán y de Manuela Beltrán, de Francisco y Antonio Morales, de Antonio Nariño y de José María Carbonell, de Camilo Torres y de Francisco Antonio Zea, de Francisco José de Caldas, de José Celestino Mutis y de Policarpa Salavarrieta, de Simón Bolívar y de Francisco de Paula Santander y de todos aquellos héroes, conocidos o anónimos, que participaron en esa lucha y forjaron la primera independencia, nos corresponde librar todas las batallas que sean necesarias, para conseguir la segunda independencia, esta vez frente a un imperio más voraz y sanguinario que el primero, pero que se oculta tras la máscara de defensor de la democracia y la libertad. La lucha es larga y difícil, pero hay que librarla, es el mejor homenaje a los héroes de hace 200 años.
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